Artículo publicado por la revista Business Venezuela. Edición BV-337 Noviembre-Diciembre 2013
La realidad de las empresas es un
reflejo de cada país en menor escala. No dejo de pensar cuanto se parece la
historia reciente a las telenovelas llamadas tradicionales.
En ellas había un hombre rico
(Romualdo Antonio, podría ser), una chica pobre (que podremos llamar María) y
un secreto. Romualdo Antonio siempre era un tipo bueno que no podía ser bueno
porque era rico y había sido recogido de
chiquito por una familia rica pero no lo sabía (el secreto).
María era buena al extremo,
abandonada de chiquita, malos por definición y por tener fortuna económica. Ella
tenía toda una serie de valores achacados a no tener dinero. María sufre
durante una gran cantidad de capítulos, hasta que se devela el secreto. El secreto la pasaba de pobre miserable a rica inescrupulosa.
durante una gran cantidad de capítulos, hasta que se devela el secreto. El secreto la pasaba de pobre miserable a rica inescrupulosa.
Al pasar a rica (económicamente),
absorbía automáticamente todas las malas costumbres de su grupo social y pasaba
a vengarse de Romualdo Antonio y de todo lo que viniera de él. Esto duraba hasta
que una vez comprendía que el ser rica o pobre no tenía nada que ver con sus
valores, logros, amigos o sentimientos.
Eran circunstancias y ya. Es allí donde
(muy cercano al capítulo final) que Romualdo Antonio y María entendían que
podían dar rienda suelta a su amor.
A mi entender, hemos tenido un
entrenamiento de más de 5 décadas viendo este esquema. Y es claro que las imitamos
los modelos observados. En Venezuela hemos vivido una historia “romántica”
similar, donde los llamados pobres responsabilizan a los ricos de sus
desgracias (y viceversa). Los malos son los otros. Romualdo Antonio en nuestras
empresas puede llegar a ser aquel personaje de alto nivel de origen humilde, que centra su atención en el control de las
personas que le reportan o de incluir solo a los que percibe están a su nivel.
María organizacional (quien no necesariamente es una mujer), esperaría con
impaciencia el momento de vengarse de la empresa no dando su máximo esfuerzo o
criticando y torpedeando cualquier iniciativa corporativa.
En esta etapa de la historia
venezolana, un grupo busca venganza de los supuestos culpables de sus desgracias
hasta darse cuenta que el principal responsable es uno mismo. Como todo, este es un proceso y estamos aún en la etapa de pensar
que “el otro” posee todos los vicios sociales existentes y por lo cual debe
pagar. En esa “vendetta” no se tarda
en entender que lo inadecuado, lo negativo, lo no virtuoso no va de la mano del
monto de tu cuenta bancaria o los bienes con los que cuentes. Comprende que solo
se presentan diferencias que se desdibujan al existir el bien común.
En las empresas como en
Venezuela, es hora de comprender que empobrecer al otro o sacarlo del juego no
es más que alterar el equilibrio. No es otra cosa que pensar que culpando otro
se resolverán los problemas.
Es hora de pasar de la tarea de culpabilizar a
otro de asumir nuestras responsabilidades y avanzar de una buena vez a vivir y
trabajar con bienestar.
Psi. Cesar Yacsirk
Vicepresidente de la Sociedad Venezolana de Psicología
Positiva SOVEPPOS
Profesor Universidad Metropolitana
@CYACS
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