Publicado por la revista Business Venezuela (versión digital)
Edición 338
Existe un total acuerdo en
que los marcos de referencia actuales no son deseables para el bienestar
individual, familiar o social actual. Alguien podría decir que las emociones
están revueltas.
No obstante, no son todas
las emociones las que están de esa forma. Son las negativas y en especial, la rabia
y el miedo, las que presentan este comportamiento.
Las emociones negativas
justifican su existencia por estar destinadas a resolver situaciones de supervivencia. Las mismas reducen la cantidad de
respuestas que estamos en capacidad de emitir ya que su único objetivo es protegernos de las amenazas del entorno. La respuesta agresiva instantánea, el no reconocimiento o negación de la existencia de realidades diferentes o la apatía o abulia ante los grandes retos que se nos presentan son demostración de ello. Al estar centrados en esta emocionalidad, nuestro procesamiento de información parte desde este punto, desde lo negativo.
respuestas que estamos en capacidad de emitir ya que su único objetivo es protegernos de las amenazas del entorno. La respuesta agresiva instantánea, el no reconocimiento o negación de la existencia de realidades diferentes o la apatía o abulia ante los grandes retos que se nos presentan son demostración de ello. Al estar centrados en esta emocionalidad, nuestro procesamiento de información parte desde este punto, desde lo negativo.
¿Usted
podría pensar que de negativo puede tener si el miedo o la rabia le permite
salir de una situación de peligro o amenaza?
El punto está en que en muchas ocasiones, nos inhabilitan, además de producir una química particular, cuyo exceso es uno de los responsables de la depresión de nuestro sistema inmune. En contraparte, la emocionalidad positiva contribuye a una respuesta más eficiente ante las patologías. Facilitan el desarrollo, crecimiento y conexión social y adaptación positiva a la adversidad generando respuestas superiores en número y diversidad. Dicho de otra manera, no es posible tomar decisiones creativas y de alta calidad sin generar una emocionalidad positiva.
El punto está en que en muchas ocasiones, nos inhabilitan, además de producir una química particular, cuyo exceso es uno de los responsables de la depresión de nuestro sistema inmune. En contraparte, la emocionalidad positiva contribuye a una respuesta más eficiente ante las patologías. Facilitan el desarrollo, crecimiento y conexión social y adaptación positiva a la adversidad generando respuestas superiores en número y diversidad. Dicho de otra manera, no es posible tomar decisiones creativas y de alta calidad sin generar una emocionalidad positiva.
La
invitación es, no obviando las amenazas del entorno, a trabajar en nuestra
salud enfocados en crear un presente y un futuro pleno de bienestar. Me permito
tropicalizar algunos de los aspectos
reseñados por Barbara Fredrickson en su libro “Vida Positiva”, para disminuir
la emocionalidad negativa y aumentar las emociones positivas.
La
autora propone dos vías importantes para aumentarlas, disminuir o reducir “lo
malo” y promover y aumentar “lo bueno” o lo positivo. Todo centrado en la
necesidad de poner en práctica nuestra voluntad en el “hacer” y no esperando
que las cosas sucedan.
Sugiere
para disminuir el espacio de lo negativo (entre otras cosas), administrar el
consumo de medios de información. Una cosa es estar informado y otra muy
distinta estar saturado 24 horas de la misma. Estoy seguro que usted se ha
percatado que tanto en redes sociales como medios dedicados a transmitir
información, repiten una y otra vez sus contenidos. La primera vez tal vez le
permite estar enterado y tomar las decisiones a que diera lugar. El resto le
sobresatura sin ninguna utilidad.
Evitar
y controlar la “rumia” mental, es decir la repetición permanente de aquellos
pensamientos que nos atemorizan o contribuyen con nuestra ira. Asimismo Fredrickson
propone desactivar las “minas de la negatividad” o aquellos caminos simbólicos
que nos llevarán sin lugar a dudas a una confrontación innecesaria. Todos
sabemos, en nuestra interacción con nuestros vecinos, compañeros de trabajo o
familia de aquellos temas que van a disparar algún conflicto que carece de
sentido activar. El conflicto debe ser dirimido cuando las partes requieren
tomar decisiones que satisfagan a las partes y no por el conflicto en si.
Por
otra parte, para el aumento de nuestra emocionalidad positiva se hace referencia
(en primer lugar) al agradecer de lo que tenemos y que otros han contribuido en
ello. El llenar nuestros pensamientos de agradecimiento nos quita espacio para
meditar de lo que carecemos.
Otra
técnica es el “saboreo”, símil gastronómico que consiste
en “degustar” tanto los
eventos positivos del pasado, los vividos en el ahora y… ¿Por qué no?, aquellos
momentos que visualizamos en un futuro. Entendiendo que el futuro no existe, si
nuestras creencias se centran en un futuro que podremos saborear con
beneplácito, difícilmente las cosas resultarán diferentes.
Y no significa esto
que estamos en capacidad de controlar el porvenir. Refiere a que nuestras
creencias orientarán acciones para la búsqueda de dicho futuro.
La
conexión con el otro es importante a partir de la generosidad y la amabilidad,
generando y construyendo la confianza mutua y sobre todo, el estar dispuesto a
la apertura de nuestros recursos cognitivos y emocionales (mente y corazón) a
la llegada de un mejor porvenir. Una de las mejores explicaciones del “por que”
Venezuela tiene altos indicadores de felicidad, responde a la facilidad del
venezolano de vincularse con el “otro”.
En
nuestro país conquistaremos nuestro propio bienestar y el de nuestro entorno
trabajando para ello, tendiendo puentes, vinculaciones con otros.
Conquistaremos nuestro bienestar de una forma duradera al comprender que no
depende del azar ni de la providencia. Disfrutaremos de bienestar en nuestros
entornos, desde lo individual hasta lo colectivo, como producto de la
aplicación de acciones concretas para lograrlo.
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