El
término “Capa Caída” nos lleva directamente al campo de la frustración, el
desánimo, de la desesperanza y la apatía. Traído del medio taurino, expresa la
sensación de no haber resuelto adecuadamente la faena. La Capa Caída es más
apatía que frustración.
Sin
entrar en consideraciones éticas de la tauromaquia (actividad con la cual no
comulgo), el dejar caer la capa es una de las representaciones más gráficas que
he encontrado, para describir un fenómeno observado claramente en este país.
Justificaciones
son muchas y todas de ellas convincentes. Incluso el pensamiento que alberga
que las cosas sufridas obedecen a un plan maquiavélico para desmotivar e
incentivar el abandono. No lo sé, puedo opinar solo de lo que tengo evidencia
cierta y comprobable.
En
mi práctica profesional observo la petición (casi un clamor) de ofrecer
optimismo y esperanza hacia lo que ha de venir.
Ahí
precisamente está el problema o uno de los problemas… ¿Dónde se encuentra el control?
Es posible que algún motivador con muy buena intención pueda “moverte el ánimo”, pero si no centra la atención
en tu papel en este rollo, no hizo nada.
Mientras
tanto, producto de no reconocer y valorar la emoción sentida, las personas en
las organizaciones se centran en “defenderse” del problema o peor aún, atacar
el fuego con gasolina.
Pongamos
un poco de foco. Primero, la situación es real, desgastante y usted está en
ella. Si esta no existiera, estaríamos pendientes de otra cosa
Segundo,
no pretendamos resolver la situación hemisférica. Hay cosas que están bajo
nuestro control y otras que no. Debemos centrarnos en nuestro ámbito de
competencia.
Tercero,
si no sabemos a dónde queremos ir, probablemente ya llegamos. Haga un plan. Las
soluciones o acciones no llegan solas, hay que planificarlas e instrumentarlas.
No se desanime si sus acciones no resuelven mágicamente el problema. Intente
una, otra, otra, otra y otra vez más. La terquedad puede cambiarse en este caso
por el eufemismo “Perseverancia”.
Quinto,
separe metafóricamente la persona del conflicto, la crisis o la adversidad
misma. Esto es, comprender que las dificultades no son la gente, sino que en
ocasiones solo son sus portadores. Toda persona en su cotidianidad y en
especial ante la adversidad, actúa a partir de sus emociones (rabia y el miedo
principalmente), debiendo entonces separar a “la persona” del problema.
Por
último, entrene y entrénese en su posición como líder. Inicialmente, en su
liderazgo personal para lograr que sus propias emociones o las de otro lo
conviertan en una especie de bola de “pinball”.
Cada emoción, aún la más desagradable y negativa lleva un mensaje.
Identificarla, valorarla y actuar positivamente es parte de la educación
emocional y de nuestra inteligencia para afrontar las complicaciones.
Seguidamente,
desarrolle su liderazgo uno-a-uno, pudiendo ofrecer apoyo libre de juicios y
llenos de frases poderosas. Luego de ello, ofrezca y pida apoyo a sus equipos.
En la actualidad el liderazgo nos es valorado por sus cualidades de superhéroe
de los 60. El superhéroe actual, siente padece y se protege. En otras palabras,
está consciente de sus debilidades, pero eso no le impide luchar por sus
ideales.
Entonces,
¿Se cayo la Capa? No espere por favor que se levante sola o que “otro” la recoja
Es
el momento de pasar de sufrir desde la butaca del teatro a subir a la tarima y
ser parte de su propia historia. Un actor y no un espectador.
Psi.
Cesar Yacsirk
Presidente
Sociedad Venezolana de Psicología Positiva
Twitter @CYACS / Instagram: c_yacs
Publicado en la edición aniversaria 50 años de Business Venezuela